COVID-19

Voluntarios en Fab Lab: creatividad y compromiso frente al Covid-19 Destacado

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José Pablo Valiente y Jaime Pineda, voluntarios en el Fab Lab de la Universidad de San Carlos. José Pablo Valiente y Jaime Pineda, voluntarios en el Fab Lab de la Universidad de San Carlos. Fotografía: Bárbara Argúello

Jaime Pineda, tiene 24 años, cursa el último semestre de Ingeniería Electrónica y se interesó por acercarse al Fab Lab de la Universidad de San Carlos desde su inauguración, motivado por su afición a la impresión tridimensional: “Quise conocer el laboratorio desde el inicio porque me gusta y domino la impresión 3D, tengo en mi casa una impresora que armé desde cero”.

Recuerda que sus visitas se hicieron frecuentes debido a que estaba iniciando el proyecto para construir un dron y le agradó el ambiente de innovación y creatividad que encontró en el laboratorio: “Siento que en este lugar puedo crear, puedo desarrollar y enseñar a otros lo que yo he aprendido; así me convertí en voluntario”

 José Pablo Valiente, estudia el sexto semestre de Ingeniería en Ciencias y Sistemas; se acercó al laboratorio inicialmente con el fin de elaborar piezas para un proyecto de la carrera y fue durante esas visitas que incrementó su interés por las actividades que allí se realizan. Cuando se enteró que aceptaban voluntarios, no dudó en ofrecer su tiempo y su conocimiento.

Ambos jóvenes creativos y con ideas innovadoras se conocieron durante el voluntariado, meses antes de que se declarara el estado de calamidad por el Covid-19 en nuestro país.

Después de que las autoridades de la Universidad de San Carlos tomaran la decisión de cerrar las instalaciones como medida de protección para estudiantes y trabajadores ante el anuncio de la pandemia, se acordó que el Fab Lab se mantuviera operando como un importante brazo técnico para apoyar durante la emergencia.  Jaime y José Pablo fueron consultados respecto a su continuidad en el voluntariado; también fueron informados del posible incremento en el ritmo de actividades debido a las circunstancias.  Ninguno de ellos dudó en continuar brindando el apoyo al laboratorio.

“Como estudiantes, nos atrajo la oportunidad que la Universidad nos brindaba para aportar nuestro conocimiento al servicio del país, pero sobre todo, la posibilidad de proponer ideas para el desarrollo de productos necesarios durante la emergencia” indican.

Durante esta etapa, considerando que el personal de salud en Guatemala es un grupo de alto riesgo, surgió la propuesta para evaluar un modelo de escudo facial y adaptarlo a los recursos y necesidades de nuestra región. Los estudiantes diseñaron un primer prototipo, apoyados por un equipo multidisciplinario que evaluó y tomó en cuenta todos los detalles que permitieran hacerlo funcional para el personal hospitalario: “Teníamos que pensar que las personas que iban a utilizarlo trabajarían largas jornadas, turnos de 12 a 36 horas; en esta etapa tuvimos la asesoría del médico Alejandro Ramos quien nos orientaba sobre los aspectos a considerar durante el desarrollo de la estructura” explica José Pablo.  

 

 En el Fab Lab se continúan evaluando propuestas para apoyar durante la emergencia por el covid-19.   Fotografía: Bárbara Argüello  

 

Largas jornadas, el producto final y la entrega a los hospitales públicos.

Ambos estudiantes afirman que tuvieron el apoyo de sus familias para colaborar en este proyecto, con la única recomendación de tomar en cuenta todas las medidas de prevención dictadas por las autoridades de salud.  Coinciden en que, para ellos, fue de suma importancia participar en el desarrollo de un producto que estaba siendo esperado y que muy probablemente iba a ser utilizado de inmediato. Eso les motivó a colaborar con mucho entusiasmo: “Durante esa etapa llegamos a permanecer jornadas de hasta 12 horas en el laboratorio, nos reuníamos día y noche; dormíamos un par de horas y continuábamos, porque realmente estábamos comprometidos a mejorar el prototipo hasta llegar al diseño final”, recuerda Jaime.

Debido al toque de queda debieron programar turnos largos. Establecieron un primer turno de 8 de la mañana a 1 de la tarde, sin embargo, en muchas ocasiones quienes llegaban al medio día, permanecían hasta el relevo de la jornada siguiente.

A partir del primer prototipo se diseñaron en total cuatro versiones, que fueron mejorando hasta lograr perfeccionar todos los detalles. Básicamente debían enfocarse en reducir los espacios y porosidades en todas las capas. En definitiva, saber que habían logrado elaborar una estructura que cumplía con todas las recomendaciones y presentarla como el diseño final, fue un momento de satisfacción para todo el equipo.

Ambos jóvenes formaron parte de la delegación que acompañó al Rector de la Universidad de San Carlos, Ingeniero Murphy Paiz el día en que se realizó la entrega de los escudos faciales en el primer hospital nacional (Hospital General San Juan de Dios) e identifican ese momento como doblemente gratificante  no solo por haber logrado cumplir con la entrega del producto final, sino por poder escuchar el agradecimiento directo del personal de salud: “Un médico se acercó a nosotros para decirnos que valoraba mucho este aporte, ya que, estos escudos iban a reforzar la protección para quienes están en la primera línea de defensa contra el coronavirus que es el personal de salud de los hospitales nacionales”, recuerdan.

Afortunadamente el trabajo desarrollado en el Fab Lab de la Universidad de San Carlos ha encontrado las alianzas necesarias en el sector industrial, para que este aporte tenga mayor impacto en el personal de salud y la población en general. La empresa Guateplast llevó a cabo la producción en masa del prototipo de escudos de protección facial que serán donados a la red nacional de hospitales públicos.  Diez mil mascarillas han empezado a distribuirse ya entre los hospitales: Roosevelt, San Juan de Dios, Hospital de Salud Mental “Dr.Federico Mora”  e instituciones como la Procuraduría General de la Nación, entre otras.  

El valioso aporte de los voluntarios

El ingeniero Jorge Balsells, responsable del Fab Lab de la Universidad de San Carlos, reconoce el valor que ha tenido el voluntariado dentro de esta unidad técnica: “Sin el apoyo de los voluntarios no hubiésemos logrado avanzar como lo hemos hecho; estos jóvenes han realizado un aporte sumamente valioso para el laboratorio. Lo que aquí hacemos no se limita a elaborar prototipos en plástico, se necesita contar con personal técnico en electrónica, sistemas y otras áreas, para desarrollar un trabajo integral de hardware, software y freeware. Solo con la suma de todos estos elementos podremos alcanzar prototipos más avanzados”.

Mientras tanto, Jaime y José Pablo continúan asistiendo voluntariamente al Fab Lab con el mismo entusiasmo y la intención de generar nuevas ideas que se traduzcan en soluciones para apoyar en la emergencia nacional por el Covid-19.

Reflexionando sobre las lecciones aprendidas durante este voluntariado, José Pablo, resalta el valor del compañerismo y el trabajo en equipo: “Es justo mencionar también a otros voluntarios y profesionales que  vinieron y apoyaron este proceso, varios de ellos incluso permanecieron noches completas, aportando su conocimiento e ideas junto a nosotros, entre ellos:  Josué Barrios, Eduardo López, Steve Cano, el Ingeniero Erick Díaz y el médico Alejandro Ramos; el mérito es también de ellos”.

Por su parte, Jaime tiene muy clara la importancia de poner el conocimiento al servicio de la sociedad y apuesta por la ciencia para buscar la solución a los problemas nacionales:

“Desde que me acerqué al laboratorio, incluso antes de la pandemia, lo hice con la intención de ayudar y compartir mi conocimiento. Siempre he visto en la ingeniería electrónica un medio para suplir las necesidades y durante toda mi carrera, he buscado desarrollar proyectos con los cuales pretendo apoyar a algunas comunidades de mi país. La principal enseñanza que este voluntariado me ha dejado es que la unión de nuestros conocimientos y el compañerismo nos puede llevar a hacer cosas grandes.”

El Fab Lab de la Universidad de San Carlos de Guatemala, fue inaugurado en octubre de 2019 y es una unidad a disposición de estudiantes, docentes, investigadores y público en general interesados en conocer e innovar a través de esta tecnología aplicable en diversas ramas de la ciencia.

Jorge Balsells (al centro) encargado del laboratorio reconoce el valioso aporte de los voluntarios durante la emergencia.                                                                                                                                                                                                                                          Fotografía: Bárbara Argüello  

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