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Jueves, 07 Noviembre 2019 11:52

“Más importante que declarar nuevas áreas protegidas es garantizar las que ya están”: Karol Ulate, Bióloga Marina, docente e investigadora costarricense

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Karol Ulate Naranjo, es Bióloga Marina, docente de la Universidad Nacional de Costa Rica, y doctora en Uso, Manejo y Preservación de Recursos Naturales por el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, La Paz, Baja California Sur, México. Parte de su trabajo de campo está dedicado a desarrollar investigación a través de monitoreos en las áreas marinas protegidas y no protegidas en su natal Costa Rica, esto se hace con el fin de contrarrestar la información recopilada y obtener un índice de salud de esas zonas.   

Recientemente compartió parte de su experiencia con investigadores del Centro de Estudios del Mar y Acuicultura (CEMA) y la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos, a través de la conferencia: Modelos y gestión de áreas marinas protegidas en Costa Rica.  Durante su intervención, la académica explicó que en el ámbito internacional existe un compromiso para que en 2,020 se logre aumentar 10% de las áreas protegidas marinas a nivel mundial, sin embargo, afirma que será una meta difícil de cumplir. 

El Convenio sobre la Diversidad Biológica es el primer acuerdo global para tratar todos los aspectos relacionados a este tema y que ha establecido recomendaciones y resoluciones para la protección y conservación de los ecosistemas marinos. Fue en Japón, en el año 2010, durante el desarrollo del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica, que se acordaron las llamadas Metas de Aichi, dentro de las cuales se establece que para el año 2020, al menos 10% de las zonas marinas y costeras, sobre todo las que sean consideradas de vital importancia para la diversidad biológica, deben haber sido incluidas en el sistema de áreas protegidas en los países firmantes.

Como especialista en este campo, la investigadora reconoce el avance y la importancia de este tipo de convenios, sin embargo manifiesta: “Que las áreas superficiales de mar estén protegidas en papel no es garantía de que se esté realizando efectivo manejo para conservar la diversidad marina, por lo que, más importante que seguir creando nuevas áreas protegidas, es garantizar las que ya están, es decir, hay que invertir recursos e ir a ver si esas áreas que ya han sido declaradas, están siendo manejadas correctamente y si no es así, ¿Qué vamos a hacer para que en realidad esto funcione?”.  

Áreas protegidas marinas y comunidad, una buena combinación

 Aunque con excepciones, un área protegida no necesariamente significa un área restringida, explica Ulate: “Cuando las personas escuchan “área marina protegida” consideran que es una zona libre de pesca, pero esa no es la realidad de las áreas marinas protegidas, generalmente, lo que se limita son artes de pesca destructivos como la pesca de arrastre que lo que hace, por ejemplo, es llevarse entre las redes a tortugas, tiburones, y otras especies, cuando el pez objetivo en realidad era otro;  en las áreas marinas protegidas, se promueven artes de pesca más selectivas, con otras especies objetivo. Son pocas las áreas protegidas donde la pesca está totalmente restringida”.

Otro dato interesante es que la tendencia y las investigaciones en este campo ven con buenos ojos las iniciativas de co-manejo, donde las comunidades aledañas a las áreas protegidas participan y se empoderan del cuidado de la zona.  “Es sabido que la capacidad de los gobiernos para monitorear y evaluar que las áreas marinas estén realmente protegidas, es escasa, así que la participación ciudadana juega un papel fundamental, en este proceso” indica la especialista.

La experiencia de este equipo de investigación es que, en países como Costa Rica y México, los pescadores, a través de los años, han podido comprobar el cambio positivo que les generó un área protegida, han visto aumentada su producción, no solo en número sino con ejemplares de mayor tamaño; esto se debe a que los peces eligen el área protegida como una zona de refugio, pero esa zona al alcanzar su capacidad de carga, termina exportando peces hacia otras áreas. Los pescadores han reconocido este beneficio directo y por esa razón se han mantenido involucrados en todo el proceso.

El rol de las Universidades y la investigación

Como muchos otros investigadores,  a pesar del interés y la pasión  por generar nuevo conocimiento, Karol Ulate reconoce que en muchas ocasiones, encontrar financiamiento para este tipo de investigación no es fácil: “Sigue costando mucho, sobre todo para este tipo de investigación;  no es lo mismo conseguir fondos para investigar un producto farmacéutico, que nos va a dar un producto directo y del cual se va a obtener ganancia, que conseguirlos para investigar un área de conservación que va a traer tantos beneficios para las comunidades, pero ese beneficio directo no se ve ni se obtiene inmediatamente”. 

Las universidades en Costa Rica han jugado un papel fundamental para educar a las personas en las zonas costeras y explicarles los beneficios que traen las áreas protegidas y los fenómenos que en ellas se están dando.  La académica afirma que indiscutiblemente las universidades en su país han tenido incidencia directa en el tema de educación ambiental en las zonas más alejadas: “En Costa Rica las zonas costeras son también muy pobres y han sido descuidadas por el gobierno central, pero los comunitarios han encontrado apoyo y asesoría constante con las universidades”.  

La Dra. Karol Ulate, es una investigadora apasionada que aporta constantemente nuevo y valioso conocimiento para el manejo y preservación de los recursos naturales, con el apoyo de un eficiente equipo de investigadores. Una condición que ella misma se impone para desarrollar su trabajo de investigación es no perturbar el paisaje marino, ni las especies con las que interactúan, y cuando le preguntamos cuáles son las especies más importantes en el mar, categórica afirma: “Todas son igual de importantes”.

 Un efectivo manejo de las áreas protegidas marinas involucra a Gobierno Central, Academia y comunidades aledañas.   Fotografía: Centro de Estudios del Mar y Acuicultura de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

 

 

El Convenio Internacional sobre Diversidad Biológica, establece que a nivel mundial, para el 2020 debería incrementarse en un 10% las áreas protegidas marinas. Fotografía: Centro de Estudios del Mar y Acuicultura. USAC

Visto 27042 veces Modificado por última vez en Viernes, 08 Noviembre 2019 10:14
Bárbara Argüello

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