Con los recursos médicos y servicios de salud al límite, sin precedentes las mujeres se encuentran de frente al COVID-19 ya sea realizando complejos testeos masivos, ensayos clínicos o desplegando toda su capacidad creatividad mientras se descubren respuestas inmunológicas o la cura de la enfermedad. Sin embargo, para las mujeres de países con escaza inversión en ciencia y tecnología, trabajar en primera línea, o desde casa, la inequidad constituye un desafío mayor.

 Efectos del COVID-19 en el trabajo de las científicas de países pobres

En el mundo de la ciencia, los fondos y contratos han disminuido o cambiado las prioridades. Esto se ha tornado más drástico en países con poco desarrollo humano, en los cuales la urgencia rebasa la necesidad, por lo que además del alto riesgo de exposición ante el COVID-19, también se agregan complejas condiciones laborales como:

• Cambios en las prioridades institucionales y de los departamentos de investigación
• Incapacidad para acceder al equipo de laboratorio y lugares de trabajo de campo
• Falta de suministros, o bien dispositivos y tecnología obsoletos
• Reducción de las horas dedicadas al trabajo productivo debido al cuidado del hogar y la familia
• Falta de conexión efectiva a internet desde el hogar
• Acceso reducido a la institución académica y al personal administrativo

Mujeres que en muchos espacios académicos constituyen más del 50%, han tenido que suspender la presentación o publicación de investigaciones en las que venían trabajando. También han interrumpido el trabajo de laboratorio, de archivo o de campo, así como perturbado sus rutinas docentes. A esto se suma el retraso o cesación financiera y en casos más drásticos, la pérdida directa del empleo.

No obstante, se esfuerzan por ampliar sus habilidades, mantener su productividad, encontrar tiempo para retomar sus reportes de investigación o generar información pública confiable. Mientras esto sucede, han informado del incremento de las horas invertidas en las tareas del hogar, cuidado de la salud y resguardo de los miembros de la familia, que incluso se extienden más allá del núcleo familiar.

Efectos del COVID-19 en el hogar y la vida familiar

Para hombres y mujeres por igual, la responsabilidad familiar de los cuidados en tiempos de pandemia, es determinante para sobrevivir, sin embargo, para las mujeres, el trabajo reproductivo ha aumentado. Al respecto la encuesta llevada a cabo en junio 2020 por la Organization for Women in Science for the Developing World (OWSD), señala que el tiempo de las científicas dedicado a tareas domésticas aumentó del 52% antes de la pandemia al 58% durante; que el cuidado de niños y niñas aumentó del 51% antes de la pandemia al 66% durante; y que ahora son responsables del 69% de la modalidad de educación en casa requerida durante la pandemia (OWSD, 2020).

Kleinsy Bonilla, Presidenta Comité Ejecutivo OWSD-Guatemala (Foto: OWSD-Guatemala)

Relacionado con la vida familiar durante el confinamiento, el 83% de científicas indicó como algo positivo haber pasado más tiempo con sus familias, que la relación con sus hijos e hijas mejoró hasta un 41% y el 29% estimó que sus hijos e hijas pudieron madurar y adquirir mayores responsabilidades en el hogar (OWSD, 2020). Es posible que, en los cambiantes modelos de familia, las nuevas generaciones estén dando paso a nuevas percepciones sobre la distribución de las tareas y valoración del trabajo científico que las mujeres realizan dentro y fuera de la casa.

Respecto a la relación de pareja, a raíz de la convivencia, el 37% reportó una relación mejorada (OWSD, 2020). Sin embargo, independientemente de su participación en la ciencia, no son ajenas a los contextos de vulnerabilidad experimentados también por otras mujeres durante el confinamiento. El distanciamiento social, las cuarentenas y los cierres intermitentes, siguen provocando situaciones de estrés que también afectan el bienestar mental.  

Efectos del COVID-19 en el bienestar mental

Respecto a la forma en que las mujeres que hacen ciencia sobrellevan su bienestar mental, en la encuesta aplicada por la OWSD (2020), una cuarta parte (24%) dijo que su bienestar ha sido afectado de manera negativa, mientras que para el 10% ha sido gravemente afectado. En una escala de 0-10, con promedio de 5.49, la principal preocupación ha sido el impacto económico de la pandemia en sus comunidades y países de origen. Otras preocupaciones importantes están relacionadas con la salud de los demás (5.07), por el impacto económico directo en ellas y sus familias (5.01) y por la incertidumbre general (4.94). 

Como preocupaciones adicionales, se reportan la dificultad logística de trabajar desde casa (4.81), el aislamiento social (4.64), la preocupación por su propia salud (4.6), la dificultad para equilibrar el trabajo y la vida en el hogar (4.5), la falta de acceso al aire libre "fiebre de la cabina" (4.46), falta de acceso a servicios o necesidades básicas (4.31), aumento de la tensión familiar (4.29) y falta de sueño (3.72). 

Para contrarrestar el alto estrés, las científicas han encontrado otras actividades para compensar su bienestar mental. En escala de 0-10, el tiempo disponible para pasar con sus familias ha sido el factor más significativo (con promedio de 7.66). También reportan haber logrado horarios de trabajo más flexibles (6.58 de 10), más tiempo para su autocuidado (6.67), dedicación a proyectos personales y pasatiempos (6.37) y aumentar su comunicación con familiares y amigos de forma remota (6.33). 

Respuestas de las instituciones y de las mujeres científicas ante el COVID-19

Los países en desarrollo no estaban preparados para el trabajo remoto antes de la pandemia. Sin embargo, el 26% de las encuestadas han reportado que sus instituciones han empezado a invertir en tecnologías para la educación y el trabajo en línea, por lo que en escala de 0 a 5, las científicas esperan que en lo que concierne a preparación tecnológica, sus instituciones pasen por lo menos de un promedio de 2.2 durante a 3.3 luego de la pandemia y que en preparación administrativa pasen de 2.1 durante, a 3.2 después de la pandemia.  

Aún con las limitaciones que implica hacer ciencia en países en desarrollo, alrededor del 4% de las mujeres científicas que provienen de esos países, realiza investigación sobre tratamientos o vacunas en respuesta al virus COVID-19, el 14% realiza investigaciones sobre otros efectos de la pandemia como las condiciones de salud, impacto social o económico. Un número mayor (26%) está participando en crear conciencia o diseminar información sobre la enfermedad, y el 8% están involucradas en la coordinación de respuestas y políticas ante el COVID-19 (OWSD, 2020). Por la celeridad de los cambios, hasta el momento el compromiso comunitario es lo más inmediato, por lo cual las ciencias sociales y de la conducta también están brindando aportes. Con todas estas respuestas ante el COVID-19, las mujeres en la ciencia continúan en movimiento.

Referencias

OWSD. (2020). The impact of COVID-19 on women scietists from developing countries: Results from an OWSD member survery. https://owsd.net/resources/news-events/impact-covid-19-women-scientists-developing-countries-results-owsd-member

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