Esta fe y simpatía se vio acrecentada por la identidad compartida del color de su piel. Por su puesto que son múltiples los significantes que construyen esta cosmovisión, para citar uno la importancia del “pan del Señor”, requerido por las mujeres en gestación a lo largo de la costa.
Poco más de una década atrás, un grupo de garífunas decidieron revitalizar estos esfuerzos de tránsito para ir más alla de la romería a los oficios religiosos, desarrollando la misa garífuna, que se enriquece con su idioma, y se hace sublime con sus cantos y toques de tambor, además de una fe que mueve montañas.
Desde hace varios años, durante los primeros días del mes enero, miembros de esta comunidad se constituyen en visitantes distinguidos de la villa de Esquipulas, lo cual ha sido documentando en diversas investigaciones antropológicas.
Figura 2. Comunidad garífuna, durante la Misa Garífuna en el Santuario de Esquipulas, 8 de enero de 2024.