La época actual, caracterizada el cambio en los diferentes órdenes de la vida en sociedad, produce un escenario de incertidumbre. Y que mejor ejemplo que el año 2020, signado por una hecatombe sanitaria global, que irrumpe la dinámica humana y social a escala planetaria, con efectos devastadores principalmente para la salud, educación, empleo, comercio y economía.
Los desafíos de estos tiempos son complejos y uno de ellos lo constituye "educar para la incertidumbre", lo cual significa: “proveer a los estudiantes de instrumentos que los ayuden a enfrentarse a situaciones desconocidas y que les permita adaptarse a los nuevos contextos, así como a circunstancias que cambian constantemente”, según el historiador e investigador Enrique Gordillo-Castillo (2016) en su ensayo “Enfrentando lo desconocido: educación para la incertidumbre en el nivel universitario” disponible en enlace anterior y publicado en la Revista Ciencias Sociales y Humanidades de la Dirección General de Investigación de la USAC. Para Gordillo-Castillo, estos instrumentos o herramientas incluyen:
(1) el desarrollo de la capacidad analítica y crítica para leer objetivamente los contextos; (2) el desarrollo de la capacidad de aprender de las propias experiencias, así como de las ajenas; y (3) el desarrollo de la capacidad de establecer relaciones sanas y equilibradas (Gordillo-Castillo, 2016).